PRIMER CAPITULO
RECUERDO DEL PASADO
Él es esa esperanza que necesito para seguir con vida, el efecto de sus
besos me seducen porque se consumen en aquellos labios extraños, cuando no los
tengo comienza la ira hervir a fuego lento hasta que explota. Si el llegase a
intentar apartarse de mí, me perderé en un mar de lágrimas que suelen venir
acompañadas de una fuerte carga de vergüenza y melancolía, sin remedio a seguir
con vida.
Me encontraba en la habitación viendo televisión, sonó mi celular, vi un
mensaje donde me invitaban a la fiesta de David. De inmediato decidí contarle a
mi madre para que me dejara ir, tenía que obtener su permiso de cualquier
forma, fuera lo fuera. Acomode mi cabello, me maquille y me cambie de
vestuario. Tome las llaves de la mesa de
noche y al salir cerré la puerta de mi
habitación con seguro, tratando de olvidar y sepultar los fantasmas y
pesadillas de mi pasado; mientras bajaba esas escaleras ruidosas de color
marrón vi una botella de ese delicioso y dulce whisky y una caja de cigarrillos,
los tome sin dudarlo ni un segundo dejándolos sobre la mesa oscura de la sala.
-
¡Mama, me dejas salir! ¿Dónde has puesto mi bolso y
mi chaqueta las he dejado en el armario? - Pregunte enojada.
Al entrar al despacho, supe entonces que no podía ir a la Party, nos
enfrentábamos a esta situación caótica casi todos los días, me tenía aburrida e
irritada su manera de actuar, ella no respeta mis cosas, interviene en mis
conversaciones o invade mi espacio.
-
¿Estas segura de que los dejaste ahí? - respondió
tranquila con su sonrisa de satisfacción, no los había encontrado en el armario
donde lo había puesto ayer.
-
Ok, mam voy a salir te guste o no, David cumple hoy
y Mateo viene a recogerme en la moto - respondí disgustada, su sarcasmo hacia
hervir mi sangre, calentado las venas, me envenenaba su forma de actuar.
Ella quería prohibirme todo, cuando yo solo deseaba descubrir, explorar
y aventurar el mundo a mi manera, con el alma libre sin ataduras olvidando el
pasado, viviendo el presente y
descartando el futuro sin lamentos ni prevenciones.
-
Jovencita no te voy a dejar salir y punto -
respondió enfatizando la penúltima palabra casi enseguida descarto que yo iba a
ir a la fiesta. Calmad la mente Vanessa despeja la razón, no tomes decisiones
apresuradas me lo repetía una y otra vez, sin decirle una palabra.
-
Pero mama…… rogué alterada odiaba que me
interrumpiera de esa forma si darme un segundo para explicarle las cosas.
-
Ni se te ocurra en reclamar porque no respondo
señorita - respondió seriamente. Me envenenaba su egoísmo e ingratitud y nada me detenía a hacerlo.
-
¡Ahss! - gruñe por su insolencia.
-
¿Qué dijiste? Pregunto mi mama, ella siempre tiene
la razón.
-
Nada – respondí
-
Espero que te haya quedado claro porque no quiero
volvértelo a repetir entendido – respondió histéricamente torciendo el gesto,
comprobando si yo le estaba mintiendo.
-
Si – respondí en monosílabos porque sabía que le
destetaba y le odiaba cuando le hablaba de esa forma.
-
Sí que – exige lacónicamente demostrando autoridad
y respeto.
-
Si señora – respondí desilusionada aceptando a
regañadientes sus exigencias.
Corrí hacia la habitación cansada de esta situación, constantes peleas y
disgustos que tenía con ella a toda hora, ella es de fuerte carácter y
temperamento violento cuando se propone en fastidiarme la vida, lo hace porque le encanta
hacerme la vida cuadros e imposible, consigue cualquier cosa con su
manipulación, me quita el computador, me desconecta el teléfono… eso me saca de
quicio ella siempre de voluntariosa.
Al entrar a la habitación mi pequeña hermana me alcanzó lo que estaba
buscando desesperadamente:
-
Te quiero hermanita, respondí en voz baja.
Su reacción fue su bella sonrisa, tire la puerta de un jalón para que
ella no sospechara de mi plan macabro por así decirlo, no podía hacer ni el más
mínimo ruido, si lo hacía me hundía en sus gritos que desesperan a cualquiera.
Tome las cosas que deje sobre la mesa, las empaque en mi bolso y cerré
la puerta de la casa con mucho cuidado para no causar ningún ruido que alertara
a mi madre. Me fui al parque a donde me iba a encontrar con Mateo, mientras
sostenía uno cigarrillo entre los dedos intentado prenderlo con las llamas del
briket, él llego en su moto, deje caer el cigarrillo, me tumbe sobre el
abrazándolo y saludándolo, el solo se retiró el casco, después me subí en la
moto. Antes de arrancar, yo me puse el casco para protegerme de cualquier
accidente e imprevisto, el acelero y tomo la avenida principal, corríamos a una
velocidad de revoluciones infinitas, y así estábamos infringiendo la ley.
La adrenalina recorría mis venas, me sentía sobre el súbito aire perplejo
invisible y cortante que nos golpea el rostro, la euforia se adueñaba de
mis sentidos y observe a un hombre que se asomaba sobre la ventana empañada, le
sonreí exuberada cuando él fijo sus ojos en mí, era muy guapo; intente
divisarlo desde lejos pero lo perdí de vista.
De repente, sin previo aviso, sin ver lo que estaba sucediendo frente a
mis ojos, Mateo perdió el control estrellándolos con una camioneta gris
quedando debajo de ella, intente pararme pero no pude, una de mis extremidades
estaba atrapada debajo de la moto; a gritos y sollozos despertaba a mi amigo,
pero él no lo hizo; Él guapo hombre me saco de esa horrible tragedia.
Estaba por perder la conciencia por el impacto inminente, él me alzo con
sus fuertes brazos, todavía no me había dado cuenta de las múltiples heridas en
el cuerpo porque solo me importaba la vida de Mateo, estaba pendiente de su
reacción, sentía un dolor inmenso que presionaba mi débil corazón y acortando la respiración causando
desesperación en mi interior.
Algunas personas trataron de sacarlo,
dos muchachos lo alzaron y lo dejaron en el suelo gris y frio, Mateo no
respiraba, un mal recuerdo que no volvería a vivir, el murió. Mi mente lo sabía
pero no quería aceptarlo, el accidente había sucedido solo por apresurarnos. Él
solo cerro los ojos y no volvió a abrirlos, ese hombre trataba de calmarme pues
había perdido la compostura, como hacerlo si he perdido a un amigo, me fui a su
lado, saliendo de aquellos fuertes brazos, esa atadura fuerte que me detenía,
cuando el tiempo se detuvo por unos segundos mi mente analizaba todos los
errores que había cometido hasta ahora, aquellos que le quitaron la vida a él.
Fue tanto la agonía que perdí la conciencia, mis manos solo golpeaban
bruscamente su pecho para despertarlo de nuevo, unos paramédicos me agarraron,
mientras la blanca textura suave y sedosa cubrió su rostro golpeado y
ensangrentado, en fin su cuerpo inmóvil.
Él falleció inexplicablemente, su cerebro dejo de funcionar, la
contusión masiva en la cabeza que recibió por el accidente no le dio tiempo
para reaccionar, su corazón dejo de palpitar y sus pulmones dejaron de
respirar.
Estando en una habitación con tonos azules en las paredes, sobre una
camilla mi madre entro impredecible , con su mirada de tristeza y
decepción. Fue lo que percibí en ese momento, no dijo ni una sola palabra y se
quedó un rato hasta que rompí el silencio que enloquecía mi mente y mis
pensamientos.
-
Vas a seguir sentida conmigo como si estuvieses
furiosa – respondí tranquilamente, me disculpaba por haberme ido sin su
permiso, que detono una espantosa consecuencia que me atormentaría día a día.
-
Tesoro siempre quieres hacer lo que deseas mira las
consecuencias de tus actos – respondió calmadamente con lágrimas en los ojos.
Aunque tenía la razón no tenía el derecho de repetírmelo en esos
instantes tan dolorosos y agonizantes, era como un rayo que rasgaba mi alma tan
rápidamente que me arrebatada la felicidad.
-
Sé que soy la única culpable de la muerte de Mateo,
él era mi amigo – respondí afligida por la perdida, las lágrimas rodeaban mi
cara mientras mis manos golpeaban mi cuerpo, perdiendo los estribos.
-
Cariño lo siento mucho – dijo mi madre abrazándome
fuertemente.
Eso me calmo un poco, pero aquellas
imágenes volvieron a mi cabeza, se rebobinaban una y otra vez, que
hicieron que enloqueciera por completo por haber pronunciado su nombre Mateo.
Intente quitarme el respirador artificial porque me estaba muriendo en
vida, perdí el control total, grite fuerte porque estaba viviendo el filo de la
depresión por su adiós, una enfermera me inyecto un calmante que hizo que
perdiera la conciencia de nuevo lentamente.
No pude ir al funeral, porque me encontraba hospitalizada y esta
tragedia amargo el cumpleaños de David porque Mateo era su mejor amigo y él fue
una compañía en estos momentos tan difíciles algo que agradeceré hasta la
eternidad de mis días.
Desde entonces no supe nada de aquel hombre tranquilo y calmado, que me
ofreció su ayuda sin pedírselo, me operaron la pierna, después de unos meses pude caminar de nuevo perfectamente,
pero en las noches se rebobina en mis sueños una y otra vez el accidente,
recuerdo que el día que el falleció intento besarme pero no lo deje. Cuando la
mente se perdía me hacía tener alucinaciones, un delirio que fue causado por la
muerte de él, su alma estaba adherida a mí.
El remordimiento me consumía por haberle obligado literalmente que me
llevase a la fiesta, se hizo un agujero profundo en el corazón, que talvez
nunca sane, pasan los días y no paro de sufrir.
El psicólogo desapareció la depresión que me estaba matando poco a poco,
porque pude cerrar ese capítulo arrollador de mi libro, pues ese mal recuerdo
me ataba la vida, no sabía cómo seguir adelante con todo lo que había sucedido.
DAVY CONY